En Mazatlán hay un pequeño problema con la difusión de la cultura, se ve en las galerías o las funciones de danza, se ve en la
ausencia. El martes por la tarde me enteré a través de Facebook que se presentaría en el Teatro Ángela Peralta un concierto Pópera, es decir, ópera con música pop. Al leer el nombre, inmediatamente
supe lo que era, así que entré para ver más información.
El evento tenía minutos de haberse iniciado, no más de diez personas habían elegido la opción de “Asistir”. No había mucho tiempo para enterar a la gente, pues
según los datos, el
evento sería el miércoles 13 de mayo; un día después. Lo que me atrapó por completo fue que en letras mayúsculas marcaba: “CONCIERTO GRATUITO”.
Detuve lo que estaba haciendo y me fui caminando al teatro –que queda a diez minutos de mi casa–, pensando que los boletos podrían acabarse de un momento a otro por ser un
evento muy bueno, donde se interpretarían
hits del mundo musical como El Fantasma de la
Ópera o canciones del musical de Cats.
Llegué preocupada a la taquilla del TAP y pregunté por los boletos como si fueran lo más solicitado del mundo, el señor que atiende me miró con cara de pocos amigos, me hizo entender que aún quedaban un montón de boletos así que pedí
tres.
Casi al llegar a mi casa, sentí curiosidad y saqué los boletos
para verlos, me di cuenta que tenían una horrible ubicación, incluso el boleto decía: “visibilidad limitada”, pero no me importó, lo que quería era escuchar el concierto. Entonces, por
paranoia, noté
que dos muchachos con uniforme de preparatoria se me
quedaban viendo de manera insistente, me apresuré a entrar a casa y la voz de uno de ellos me detuvo.
“Oye muchacha, ¿de qué son esos
boletos?”
Le di información sobre el evento, él me miró sorprendido y como si no me hubiera escuchado, preguntó si eran gratuitos. Yo, emocionada porque se
veía interesado, le dije que podía conseguir los que quisiera en la taquilla
del teatro.
Fue una casualidad o coincidencia, no supe si al final el chico fue,
pero al igual que él, hay muchas
otras personas negándose la
oportunidad de ir a un concierto cultural porque piensan que los boletos son
caros –algunos eventos lo son–. La culpa recae en los organizadores de los
eventos culturales que, por lo menos a ese concierto, le dieron muy poca
promoción. El público no se salva, si en realidad estuvieran
interesados en asistir a eventos culturales, revisarían las carteleras que hay sobre las plazuelas o en internet.
Falta promoción y falta cultura.
Muy de acuerdo contigo tanto el público que no le interesa ese tipo de espectáculos y a los que les interesa tienen la creencia de que son costosos, y en realidad algunos si lo son pero los organizadores que pocas ganas de igual de promover la cultura.
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