Hacía unos veinte minutos desde la caída
del Sol. Daban las 19:45 hrs. en el reloj; en el de Alex seguramente unos
minutos más, unos minutos menos. Si tapabas la luz que emanaban las lámparas
del alumbrado público del Malecón, podías ver la brisa marina, resultado del
choque de las olas contra las rocas, siendo llevada por el viento nocturno. En
la mesa para cuatro personas yacía una cerveza, una mochila y una grabadora.
Por detrás apareció Luis Alejandro Cruz
Ancira, después de estacionar su motocicleta frente a La Copa de Leche, en Olas
Altas. Me tendió la mano y se dirigió a saludar a sus amigos y compañeros de
trabajo. Alejandro, mejor conocido como Alets Malafama, trabaja viernes y
domingos en el restaurante-bar La Copa de Leche; lo que hace no es precisamente
ayudar con esto y aquello en el lugar, más bien ayuda a que el consumidor tenga
una agradable noche al ritmo de solistas
y grupos como Caifanes, Enrique Bunbury, Silvio Rodríguez, Fernando Delgadillo,
Oasis, etc.
De
fondo sonaba Downtown de Petula
Clark. Alejandro, a quién sus amigos le gritan “échale, Malafama” antes de cualquier canción, tiene 29 años, acaba
de recibir su título como ingeniero en
informática en la UPSIN, y también es músico.
Malafama nace en Obregón, Sonora; sin
embargo, ha vivido en Monclova, Coahuila, Zamora, Michoacán y desde los
15 años reside en Mazatlán. Ha trabajado desde los 12 años para aligerar la
carga económica a su familia, obtener su propio dinero y comprar sus propias
cosas. Asi fue como Alets pagó su universidad, compró su guitarra, su
motocicleta Vulcan 600, etc.
En
la mesa yacen ya dos cervezas, Malafama bebe una Coors Light y yo una XX Lager.
Asegura que no es su favorita, que es una de las ventajas de ser músico y tocar
en bares, y que cambia de marca cada semana.
Siendo
un aficionado de las motocicletas, su nickname
se remonta a años atrás, cuando aún se usaba Messenger. Buscó crear junto a sus
amigos un moto-club, el cual llamarían Malafama.
En Messenger se solía poner una especie de estado o nickname, y Alex utilizó Malafama como su seudónimo.
Buena
fama
Los jóvenes no cesaban de pasar, y de
vez en vez, Alets recibía un saludo por parte de sus amigos y conocidos.
Después proseguía gustoso, hablando de su trabajo.
Malafama
recuerda que una de sus bandas favoritas es y ha sido Nirvana, y que a ellos
les debe su verdadero interés para con la guitarra. Pero que sin embargo, hubo
una vez en especial en donde realmente notó la presencia y esencia de lo que
sus cuerdas y anatomía emanaban.
“Estaba con unos compas cerca de mi
casa, uno de ellos llevaba su guitarra acústica consigo, empezó a tocar, y
entonces sentí como si nunca la hubiera escuchado en mi vida, me gustó mucho
cómo sonó, la vi hermosa. Y así fue, nunca pagué un curso para aprender, pero
pa’ todos lados llevaba la guitarra” dijo Alets, con su muy
marcado acento norteño.
Alets
Malafama inicia su trayectoria de guitarrista, hace ya algunos ayeres, con el
grupo Espiral. Deja de tocar algún tiempo y empieza a cantar en el coro de la
escuela. Recuerda, también, aquellos años en los que cuidaba mucho las
críticas, razón por las cuales no lograba soltar la voz.
Fue
en el coro de la escuela cuando comenzó a sentirse a gusto y dados los
problemas económicos, se animó a lanzarse como vocalista de la banda Chela
Estereo, quienes tocaban en el Beli Pub, cuando aún existía, contra esquina de
la Panamá sucursal Machado. Descubre que como solista le va mejor, y empieza a
tocar puertas en bares y restaurantes mazatlecos.
El
equilibrio
Alets tiene una doble vida, y con doble
me refiero a que tiene dos trabajos. Trabaja toda la semana de programador para
la CONAPESCA, mientras que los viernes y domingos se quita el uniforme y en
punto de las 21:00 hrs empieza su primera tanda musical de 45 minutos, descansa
e inicia la segunda.
Sin
embargo asegura que si se dedicara sólo a tocar música, no lo soportaría. Hay
un equilibrio entre lo frio y lo cálido. Los números y el arte.
“Ya empezaba a creer que no basta con ser un
pobre soñador sin fuerzas, que no basta reír si tú no eres feliz cuando todo lo
que tú has amado se aleja”.
(Fragmento de canción de Alets Malafama).
Fueron
aproximadamente 5 locales después de aprendizaje personal y profesional para
Alejandro, los que hicieron que lograra hacer dos cosas a la vez, pagar sus
estudios y hacer música. Con hacer música no sólo se refiere a tocar la
guitarra e interpretar a sus cantantes favoritos, sino componer también sus
propias canciones.
“El entorno es lo que te guía a
saber sobre que escribir”
En
su repertorio van aproximadamente cinco canciones inéditas, de las cuales
admite que todas han tenido que ver con las aguas amargas y turbias del
desamor, sin embargo acepta que ha dejado de escribir durante algunos meses,
hasta que se calmen las aguas, y pueda escribir sobre otros sentimientos. Y
recordando a la corriente naturalista, Malafama asegura que su entorno es lo
que lo guía y le da las bases para escribir una canción.
“Cuando la gente te felicita se
siente bien chingón, pero hay veces que me siento estancado, me desmotivo; me
desmotiva tocar las mismas canciones o de que sólo esté tocando puro cover. No
se vale decirse músico y tocar sólo música ajena, entonces me digo, en dónde
está el artista realmente si sólo soy un intérprete. Así que me vuelvo a decir,
Alejandro ponte a hacer tus pinches rolas también. Porque uno también tiene
cosas que decir, sobre lo que le pasa, su entorno, etc.”
“Quiero
empezar a tocar en eventos y que la gente me reconozca por mis canciones, no
por los artistas a los que interpreto”, dice Alets, quien recuerda a un joven
que lo llamó Bunbury por hacer covers suyos y por tener un timbre de voz muy
similar al del ex miembro de Los Héroes del Silencio.
Dieron
las 20:50 horas, Alejandro se despidió para ir a acomodar su micrófono, bocina,
guitarra y demás. Hizo soundcheck por
aproximadamente 5 minutos y empezó la noche con Ojalá, una balada del cantautor cubano Silvio Rodríguez. Atrás mío
bailaba una pareja que disfrutaba con la trova. Alets hizo espacios para dejar
cantar a los presentes y al término de la misma se presentó: “Hola, muy buenas
noches, soy Alejandro y voy a estar tocando para ustedes esta noche”.
El
12 de junio va a presentar sus canciones en compañía de Ariel Soto y Winnie Quintanilla, en el segundo piso de La Copa de Leche.
Quizá un buen reflejo de cómo la producción cultural, por lo menos en nuestra región, se lleva a cabo. Lejos de los financiamientos y programas estatales o federales, la cultura nace de estos pequeños -y a menudo, imposibles- esfuerzos por ofrecer una alternativa de parte de personas que persiguen una pasión mientras buscan cómo vivir. Es prácticamente improbable vivir del arte, del buen arte, del sincero; sin embargo, es aún menos probable vivir sin ello.
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